ALZA TUS OJOS Y MIRA (Continuación)


El arma que portaba Pedro no era para enseñar, sino para usar (Jn. 18:10-11). Pedro no se media; era iracundo, pero el impacto -de estar ante la presencia de Dios, -su Palabra y -la llenura del Espíritu Santo, causo en él un cambio enorme (1Jn. 2:5); de tal manera que al final, en sus epístolas  cuando es agredido por  el Apóstol Pablo, no reacciona (Gal. 2:11-14), sino mas bien, le reconoce en publico, honrrandolo (2 Pe. 3:14-16). El evangelio del Señor Jesucristo ocasiono cambios en Pedro; porque dice la biblia que la gente se maravillaba de oírlo hablar clara y confiadamente, sabiendo que era un hombre iletrado y del vulgo (Hch. 4:13). Esa transformación se dio, en tan solo tres años y medio de exposiocion a la presencia de Jesús, a su Palabra y finalmente a la llenura del Espíritu Santo (Hch. 4:8) y ¿sabe? ...nosotros tenemos todo eso.

Si no cambiamos nuestra manera de pensar, el diablo nos tendrá bajo su yugo, detenidos, viendo hacia el suelo; obligándonos a poner la mirada en lo de abajo, en lo terrenal (Jn. 3:31; 2Co. 4:16-18); cuando en realidad Dios ya rompió las coyundas de esclavitud que nos oprimían  permitiéndonos alzar nuestro rostro y ver hacia arriba, lo celestial (Lv. 26:11-13), donde esta Cristo sentado a la diestra de Dios (Col. 3:1-3). El cristiano con mirada terrenal, lo único que alcanza a ver son los pies de barro de todo el mundo y eso es peligroso porque se hacen muy críticos y paran juzgando a otros; una responsabilidad que no les compete a ellos, sino a Dios (Stgo. 4:11).

Nosotros hemos sido llamados a ver hacia arriba, porque de allí es donde viene nuestro socorro (He. 4:16). No somos terrenales, somos espirituales (1 Pe. 2:11). Los terrenales, son comida de serpiente (Gn. 3:14; Ap. 20:2). No busquemos la respuesta a nuestros problemas aquí abajo, en la tierra; porque nos vamos a parar amargando y la amargura impide que sea derramada sobre nosotros aquella gracia que nos hará aptos para el encuentro con el Amado (He. 12:15; 2 Ti. 1:9-10). Al respecto, el renovado Pedro decía "ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado" (1 Pe. 1:13).

Permanezcamos entonces firmes, en la libertad con que Cristo nos hizo libres (Gal. 5:1); pongamos la mirada en aquel que es nuestro socorro (Sal. 121:1-2); y si vamos a llevar un yugo, que sea el del Señor Jesucristo. Un yugo facil de llevar porque es ligera su carga (Mt. 11:28-30).

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